Pollo asado al estilo de la Señora Paca

La señora Paca era mi vecina, cuando yo la conocí estaba en la frontera de los sesenta años,  había alcanzado esa madurez que da la experiencia y tenía claro que no dependía de nadie para ser feliz.

Ella decidía lo que quería decir o callar, lo que estaba dispuesta a permitir y lo que no, consciente de sus limitaciones y sus valores, segura de lo que había conseguido con los años.

Había aprendido a decir lo que era necesario sin hacer daño a los demás y si la atacaban sabía defenderse sin causar estragos.

Era ella misma le pesara a quien le pesara, en dos palabras una mujer segura.

Un ejemplo de todo esto es la anécdota que un día al volver del trabajo nos contó:
Trabajaba desde los diecisiete años en la casa de una de las familias más adineradas de la ciudad, poco a poco había ido realizando diferentes tareas y en el momento que nos ocupa estaba de cocinera.
La señora de la casa era mayor y había enviudado, se vinieron su hijo y su esposa a vivir con ella, y había tomado esta última las riendas de la casa.

El día de autos habían organizado una comida para amigos y la señora Paca tuvo que preparar cuatro pollos asados. La comida transcurrió normalmente y cuando se fueron los invitados, la llamaron al salón. Ella creía que era para felicitarla y recibir una pequeña compensación por el esfuerzo, que había sido lo habitual hasta ese momento.

Sin embargo se dirijo a ella la nuera de su señora y la dijo en un tono muy seco;
«Paca no se ha dado usted cuenta de que faltaba un muslo de pollo». Ella muy sorprendida la dijo que no, que aunque los pollos los había trinchado en la mesa auxiliar, estaban completos.

La otra siguió porfiando en que había ido contando muslos y pechugas y faltaba uno, la cansó tanto que al final la señora Paca la contestó muy seria: «Mire usted señorita llevo en esta casa muchos años y la garantizo que nunca ha entrado al comedor ningún pollo con muletas»

La dueña de la casa no pudo evitar reírse y cortó la conversación por lo sano, dejando claro que tenía total confianza en ella.

Bueno pues la receta que ahora os presento es la misma que se utilizó en esa ocasión, la señora Paca le dio la receta a mi madre con todos sus trucos para conseguir un pollo crujiente, dorado y jugoso y desde entonces ella preparaba siempre el pollo de esta forma.

Ingredientes (4 raciones)

1 pollo
200 ml. de caldo de pollo
cayena en polvo
pimienta negra
perejil
1,5 limones
sal
2 ajos
50 ml. de vino blanco
aceite de oliva
salsa de Worcestershire (este ingrediente se lo he añadido yo, porque le da muy buen sabor al conjunto)

Elaboración

Limpiamos bien el pollo, quemamos los pelillos que tenga, le echamos pimienta por fuera y le salpimentamos por dentro, no salamos el pollo por fuera hasta el final, de esta forma conseguiremos que esté crujiente, porque la sal atrae la humedad y hará que la piel se cueza, no se ase. Ya está preparado para macerar.
Forramos una bandeja de horno con papel film, procurando que quede suficiente plástico alrededor para envolver al pollo.

Preparamos la mezcla para macerar el pollo, para hacerlo en un bol ponemos el vino, los ajos triturados, el zumo de medio limón, un chorro generoso de aceite de oliva, perejil,  cayena al gusto, un chorrito de salsa de Worcestershire (Lea Perrins), lo mezclamos bien con ayuda de una cuchara.

Metemos el pollo dentro de la fuente plastificada y le aliñamos con la preparación por dentro y por fuera sin dejar ningún rinconcito.

Terminamos de envolverle con el plástico y le dejamos dentro del frigorífico para que macere durante al menos 8 horas.

Pasado este tiempo, le quitamos el film y metemos dentro 1 limón pequeño pelado y partido por la mitad.

Ponemos en una fuente apta para horno el caldo de pollo con un poco de perejil y cayena. Metemos la fuente al horno y lo ponemos a 180 °C, si la cazuela está bien caliente, se sellará la piel, lo que la dejará bien crujiente

Sacamos la cazuela metemos el pollo de lado dentro  y lo llevamos al horno precalentado a 180 °C, lo colocamos de lado, es decir sobre el muslo y el ala, lo dejamos 15 minutos.
Pasado este tiempo lo damos la vuelta, es decir lo ponemos sobre el muslo y el ala contraria. Lo dejamos otros 15 minutos.
Lo ponemos boca arriba y lo dejamos 20 minutos, volvemos a darle la vuelta y terminamos con el pollo boca abajo y lo dejamos otros 20 minutos. En este momento sacamos el pollo y lo salamos por fuera, subimos el horno a 210 °C (subir la temperatura al final del horneado nos permite conseguir el color dorado y una textura crujiente en la piel).

Le dejamos 5 minutos, recordad que se coloca con la pechuga hacia abajo. Es muy importante el orden de los giros; si colocamos la pechuga hacia abajo en la última de las rotaciones conseguiremos que esta quede más jugosa al desplazarse por propia gravedad la grasa y los jugos de la carne hacia esta parte, habitualmente más seca.

Total es unos 75 minutos aproximadamente para que esté listo, dependiendo siempre del tamaño del pollo y de la potencia del horno. Con cada vuelta lo regamos con el caldo de la fuente.
La fuente irá recogiendo el jugo que caiga del pollo, formándose una salsa que después acompañara al pollo. Lo podemos servir junto a una ensalada o/y patatas asadas o fritas.

Colaboración de mi hijo
Cerrado por vacaciones

 

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